En algún punto entre traer a mis hijos al mundo y el mes pasado, me di cuenta que he estado haciendo prácticamente todo en sus vidas enteras.
Empecé alimentándolos, cambiando sus pañales, bañándolos y siempre haciéndolos sentir bien. Con mis dos hijos, fue literalmente mi trabajo de tiempo completo por años.
Ellos tienen ahora 12 y 9 años, y es mi momento para lentamente comenzar a alejarme de ellos. Después de todo, mi meta como madre es criar dos personas amables, competentes e independientes en este loco mundo moderno, NO criar dos adultos que dependan de mí a cada momento.
Entonces, con esto en mente, mi lista de cosas que no haré más por mis hijos es:
1. Preparar cada una de sus comidas.
Me sorprendió que mientras yo servía cereal en un pocillo, mis hijos estaban sentados al frente mío mirándome ¿Por qué estoy haciendo esto? Mis hijos no solo son lo suficientemente hábiles para servirse su propio cereal, sino que también para tostar su pan, guardar su almuerzo para el colegio y separarse un snack para los recreos ¡Fue una de las sensaciones más liberadoras que he tenido hasta ahora como madre! Mis hijos obviamente no estaban muy contentos al respecto, pero con el tiempo se acostumbraron.
2. Guardarle sus cosas para el colegio.
Seria millonaria si recibiera $100 cada vez que he olvidado algo para las clases de mis hijos, trajes de baño, instrumentos y libros son solo un ejemplo de una vasta lista. ¡No más! Tomó una vez de no ser presionados por mí para que comenzaran a ser responsables por lo que necesitan en su día a día.
3. Hablar por ellos.
Mi hija está ahora en la edad que va a lugares e interactúa por si solar con profesores y otros adultos en público. Como sea, si yo estoy con ella, tratará de evitar hablar esperando de que yo lo haga por ella, tal como lo hacía cuando era menor.
He aprendido a dar un paso al costado y dejarla tantear por si sola en actividades después del colegio, hablar con el camarero del restaurante si quiere algo más, preguntar en las tiendas si tienen lo que anda buscando, entre otras cosas. Ella sigue un poco tímida al principio y normalmente evita el contacto visual, pero ya va mucho mejor.
4. Pelear sus batallas
La ansiedad de mi hija realmente sale a flote cuando se trata de hacer presentaciones en frente de la clase. En los últimos años he trabajado con ella, ayudándola en sus proyectos para que pueda controlar sus ataques de ansiedad.
Ahora, con el segundo ciclo de vida escolar asomándose, ella necesita aprender a controlar estos desafíos de manera independiente. Hace algunas semanas, estaba completamente en pánico por un poema que debía leer en frente de su clase. Entonces, yo la ayudé con las opciones que tenía disponibles, la primera encontrar un método de superar su ansiedad para presentar frente a la clase, o hablar con su profesora para realizar un trabajo alternativo como segunda opción. Fue muy difícil mirarla caminar dentro del colegio a punto de llorar y respirando hondo, sin embargo, ella resolvió el problema con por si sola y ahora sabe (tanto ella como yo) que siempre puede hacerlo.
5. Protegerlos de sus sentimientos
Esta puede ser una complicada, como madre es muy difícil ver a alguien que amas tratando de pasar las penas. Entre la ansiedad de mi hija y la sensibilidad emocional de mi hijo, ellos tienen grandes penas que superar a veces.
Cuando eran pequeños, hice lo mejor que pude para hacer desaparecer esos sentimientos con abrazos, besos, distracciones y una variedad de tácticas para animarlos. Ahora, que ellos son más emocionalmente maduros, trató de contener la urgencia de hacerlos sentir mejor. Decepción, pena, enojo, celos, miedo y fracaso. Todas estas emociones son parte de la vida normal de cualquier persona, y cuando envíe a mis hijos al mundo real, no me tendrán a mi distrayéndoles para poder hacerlos sentir mejor.
Entonces, me hago obviamente presente para hablar acerca de estos, ayudarlos a sobrepasarlos o manejarlos, pero ahora siempre dejando que los sentimientos sigan su propio curso.